¿Qué es el escritorio?

Por Priscila Salazar

En algún momento de 2020 me sumí en una crisis existencial que me llevó a un bloqueo escritor. Buscando herramientas que me ayudaran a liberar las ideas, di con el canal de Lorena Amkie. Sus videos describían con tanta exactitud mis conflictos internos, que en pocos días me los acabé todos. A la par de redescubrirme a mí misma, también la estaba conociendo a ella. Sus anécdotas de bullying y traiciones entre amigas me hacían reír, pero también me dejaban con un nudo en la garganta, con un deseo insatisfecho de traspasar la pantalla para tomarme un café con quien, después de tantas horas y horas de video, ya consideraba una amiga cercana… aunque ella no tuviera idea de que yo existía.

Los meses pasaron y yo continué mi escritura en solitario, experimentando una especie de euforia por el nuevo mundo de información que estaba descubriendo, pero a la vez, sufriendo una profunda desdicha por la escasa instrucción literaria que recibí en mi niñez y juventud: si mis clases hubieran sido la mitad de buenas que los videos de esta chica youtuber, me habría volcado por completo a la escritura, habría aprovechado todo el tiempo que tenía disponible cuando era libre de las exigencias y responsabilidades de la adultez. 

Pero lo que más me dolía era la soledad: no haber contado nunca con la compañía de un mentor, no tener a nadie con quien comentar lo que estaba aprendiendo, alguien que me diera su opinión sincera de mis escritos, que me ayudara a ver las cosas desde otro lugar… 

Un día, por allá de octubre de 2022, Lorena anunció la apertura de su taller literario. Una sesión semanal online de tres horas con otros 7 talleristas para leer nuestros textos y recibir retroalimentación sonaba como un sueño, justo lo que yo anhelaba. La oportunidad que nunca tuve ahora estaba al alcance de mis dedos. Por supuesto, había montones de comentarios debajo de la publicación y yo dudaba que pudiera alcanzar lugar, pero en un acto de fe, dejé mi comentario con mi correo. 

Días después, recibí un correo de Lorena preguntando si quería ocupar el lugar de alguien que a último momento había decidido no participar. ¡Por supuesto que quería! 

Al día siguiente me conecté a lo que se convertiría en mi paraíso mental de los domingos. ¡Qué felicidad tener un grupo de personas a las que les apasiona lo mismo que a ti porque perdieron el mismo tornillo que tú y encuentran placer en leerte y darte su opinión! Qué surreal escuchar a la chica youtuber cada domingo, pero ya no en videos pregrabados, sino cara a cara, ¡hablándome directamente a mí! 

Semana a semana, mes a mes, no solo fui creciendo como escritora a través de conocer mis puntos fuertes y de atreverme a salir de mi zona de confort para escuchar críticas sinceras, sino que también comencé a ser parte de una comunidad. Por primera vez en mi vida no estaba sola; estaba experimentando mi escritura en compañía.

Unos meses después, se unió al taller una chica nueva: Macarena. Recuerdo muy bien ese día porque nos contó que se encontraba en proceso de hacer a un ladito la fantasía para incursionar en una escritura más cotidiana y aterrizada, y yo inmediatamente me identifiqué con ella, pues mi proceso era muy similar pero al revés: yo quería alejarme un poco de mi escritura ensayística y autobiográfica para incursionar en la ficción y, ya entrados en calor, ¿por qué no?, hasta en la fantasía.

Desde el principio me llamó la atención su forma tan objetiva y estructurada de hacer comentarios. Sus análisis no se quedaban en la superficie, sino que profundizaban en áreas que yo no alcanzaba a ver y pasaba por alto. ¿Cómo era capaz de ver todo eso y además, de expresarlo de una forma tan precisa y literaria? Cada una de sus aportaciones era como un pequeño discurso: bien estructurada, elocuente y persuasiva. En silencio deseaba conocerla más, saber más de su historia y tal vez, incluso, intercambiar escritos con ella.  

Un día de febrero de 2024, Lorena me dijo que quería tener una reunión con Macarena y conmigo para compartirnos un proyecto que tenía en mente. ¿Macarena y yo? ¿Juntas en un proyecto? Los días se me hicieron larguísimos hasta que finalmente llegó la reunión. Nos contó su deseo de seguir creando contenidos y comunidades para que los escritores podamos vivir la escritura en compañía y nos invitó a unirnos al proyecto. A Macarena y a mí nos encantó la idea y felices nos apuntamos. 

Más tarde conocí a Gabi y a Néstor, dos personas talentosísimas que también habían aceptado unirse; parece que al final la vida me quiso restituir todas las clases de literatura que no tuve en mi juventud, pues ahora me da la dicha de gozar de una masterclass cada vez que los escucho hablar. 

Cuando volteo atrás y me veo en 2020, buscando apoyo en Youtube, casi no puedo creer que ahora soy parte de una comunidad de escritores verdaderos a quienes puedo llamar amigos. Lo que más me gusta es que todos ellos son personas comunes y corrientes, como yo. No son personas lejanas y desconocidas detrás de una pantalla, que no tienen idea de quién soy yo, sino que son personas reales con quienes puedo compartir mi camino de escritura y enriquecernos mutuamente. 

Eso es el Escritorio. Por eso nació. 

Queremos que tú también seas parte de esta comunidad. 

No queremos ser «las personas del Youtube». Queremos estar cerca de ti, queremos conocer tu historia. Queremos saber cuáles son tus superpoderes y que los compartas con nosotros. 

¿Te unes?

Cuéntanos en los comentarios por qué te gusta escribir ✍️