Soñadora, idealista, fantasiosa. Su primera gran aventura fue a los nueve años, cuando partió de su país de origen y atravesó el océano en busca del viejo mundo. Ese día su padre puso un diario en sus manos, «para que registres lo que queda por vivir», y desde entonces no ha dejado de escribir. Ni de viajar. Ni de salir de excursión, bailar, cantar, aprender constelaciones, identificar aves y poner voz a su gato.
Más sobre Macarena
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Escribe: fantasía (¡qué sorpresa!). Aunque vive seducida por el realismo mágico.
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Lee: lo que le roba el aliento y le hace soltar un soliloquio de admiración.
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Ama: sumergirse en los recuerdos de alguien más; la pasión con la que la gente explica su vida.
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Odia: la mentira. Eso incluye los cliffhanger y los deus-ex machina. ¡No juguéis con nuestros sentimientos!
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Teme: la oscuridad (y lo que pueda haber en ella).
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Signo favorito: la comilla latina. Por su forma y versatilidad.
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Palabra favorita: prosopopeya. Da vida a lo inanimado, a lo abstracto.
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Muletilla: «Bueno…».
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Quiere que todos escriban porque: que escriban si quieren, oye. Sin justificación. Porque no puedan concebir su vida sin observar, sin sentir, sin tocar, comunicar, aprender, oír…
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El café: de grano recién molido, sin azúcar, con leche entera y bien caliente.
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Color: el de la malva junto al camino. ¿No la has visto? Fíjate la próxima vez.